Muzo, el municipio de Boyacá de cuyas entrañas salieron hace ya varios años la esmeralda más grande del mundo, ‘Fura’, y la más valiosa, ‘Tena’, recibió en el 2013 apenas 116 millones de pesos de regalías por la explotación del llamado ‘oro verde’. (10 datos sobre el monopolio de las esmeraldas en Colombia)
Esa suma, que no llega siquiera a lo que cuesta en el mercado internacional una piedra promedio, es una muestra de las contradicciones que caracterizan al mundo de las esmeraldas, un mundo en el que las ganancias del millonario negocio quedan en manos de unos pocos ‘patrones’, mientras en los 11 municipios del occidente de Boyacá, que proveen el mercado de esas gemas para todo el mundo, no se ve el desarrollo para sus pobladores.
El impacto en la seguridad de toda la región que tienen las peleas entre algunas de las familias que manejan las minas –que se proyectan a Bogotá y Cundinamarca, donde han ocurrido al menos una decena de asesinatos en los últimos tres años– y el poder político asociado a la explotación están lejos del impacto económico y social de esa actividad minera. En la región, menos del 2 por ciento de los habitantes está trabajando con alguna de las minas. En su mejor momento, en los 80, en Muzo llegó a haber 35.000 guaqueros.
“Ni en mano de obra, ni en regalías, ni en ninguna clase de impuestos, la actividad de las esmeraldas es sobresaliente para el departamento”, dice el gobernador de Boyacá, Juan Carlos Granados.
Allá, según los registros de la Agencia Nacional Minera, existen 242 títulos para la extracción de esmeraldas, el 68,75 por ciento de los 352 hay en el país para la explotación de esa piedra preciosa.Doce empresas de cinco clanes familiares, algunas asociadas con mineras extranjeras, controlan las minas más productivas.
Lo cierto es que entre los socavones y los despachos oficiales que registran las cifras de explotación y las consiguientes regalías hay una extensa zona gris que da espacio tanto para que no se registre la producción real como para que se ‘inflen’ cifras y se abra la posibilidad de lavar dinero del narcotráfico.
“Por eso hemos insistido en que el Gobierno entre de lleno a controlar el negocio y que sean las autoridades las que digan quién es legal y quién no, para que no se estigmatice a todo el gremio”, sostiene uno de los ‘duros’ del sector.
Informes de la Contraloría señalan que en la minería en general el Estado dejó en manos de particulares la explotación de recursos naturales claves para la economía del país y, además, sin ejercer un control efectivo que garantice que la plata que dejan las minas se refleje en desarrollo.
El pésimo estado de la carretera que une a la zona esmeraldera con su ‘capital natural’, Chiquinquirá, refleja bien esa situación.
En los dos municipios que sacan más esmeraldas, Muzo y Maripí, casi la mitad de la población sufre necesidades básicas insatisfechas. Por eso, la gente de la zona dice que, más que la violencia que a veces estalla entre los ‘patrones’, lo que verdaderamente asusta en el occidente de Boyacá es la miseria.
El esmeraldero, que tenía 62 años, recibió siete impactos de bala en el tórax y en la cabeza.
Murió después de hacer varios disparos con su revólver y tras rodar a un pequeño barranco, en el que se rompió un brazo. Al parecer, intentaba llegar a su camioneta blindada, en la que tenía una escopeta. En varias cartas a las autoridades y en un video grabado días antes del homicidio, el ‘Pequinés’ había señalado al bando liderado por Pedro Rincón (‘Pedro Orejas’) de haber ordenado su muerte. Su nombre estaba en una lista de supuestos condenados a muerte en medio de la guerra entre ‘patrones’, y se sabe que sus movimientos en Bogotá y algunos pueblos de Cundinamarca eran seguidos por sicarios que llegaron de la zona de Maripí y Pauna, en el occidente de Boyacá.
El ‘Pequinés’ fue el segundo ‘histórico’ de la zona esmeraldera asesinado este año. En mayo murió ‘Martín Rojas’.
información obtenida de: http://www.eltiempo.com/politica/justicia/el-oro-verde-aumenta-la-violencia-pero-no-el-desarrollo-economico/14569057
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