Desde los años sesenta, la zona occidental de Boyacà se ha visto gravemente afectada por un fenómeno, que en su tiempo fue la base de una sociedad; EL AUGE ESMERALDIFERO. La primera de las familias encargadas del "negocio" fue dirigida por Efraín González Téllez -un veterano luchador de la violencia política de la década de los 50s. La otra familia, que trabajó en sociedad con la de González, era la dirigida por Humberto Ariza Ariza, "El Ganso Ariza", un asesino nato, que basó su poder en la fuerza. Durante la época de su reinado en la zona esmeraldífera se asegura que asesinó o mandó hacerlo a más de 800 personas.
Por: Lenin Cardozo – julio 23 de 2012
Tras la muerte de Efraín González se desató una ola de violencia en la región, que se conoció como la Guerra Verde. Esta guerra produjo más de 1.200 muertos en los municipios de Chiquinquirá, Muzo, Coscuez, Borbur y Somondoco.
Para esa época el gobierno de Misael Pastrana luchó para arrebatarles el negocio a las mafias y por medio de concesiones mineras legalizó la explotación esmeraldífera. En ese punto ya existía un nuevo zar en el negocio: Gilberto Molina, quien llegó acompañado de Víctor Carranza y un joven mesero, Gonzalo Rodríguez Gacha, quien luego se convertiría en el temido capo alias el Mexicano y en su principal enemigo.
El 16 de diciembre de 1989, Boyacá sintió algo de paz tras la muerte del Mexicano. Inmediatamente la iglesia y el nuevo zar, Víctor Carranza, reunieron a los esmeralderos para firmar un tratado de paz. El pacto se selló el 12 de julio de 1990. Para esa época el Pekinés estaba en contra de Carranza. Sin embargo, al entregarle unas acciones de la mina en Muzo, Murcia se convirtió en uno de sus más fieles hombres. Por su lado, Pedro Orejas empezó a construir su imperio con la mina La Pita.
El reinicio del conflicto se remonta a 2005, cuando en la zona esmeraldífera del occidente de Boyacá apareció un hombre llamado Yesid Nieto. El mundo de esas piedras históricamente siempre fue de clanes familiares tradicionales. Nieto, que llegó a la zona de la mano de Pedro Orejas y con una fortuna producto del narcotráfico, se declaró nuevo zar de las esmeraldas, en abierto desafío a Carranza.
Para enfrentarlo, Nieto le pidió al paramilitar Freddy Rendón, alias el Alemán apoyarlo con combatientes enviados a Boyacá. El objetivo de Rincón y Nieto era quedarse con toda la explotación minera, como lo intentó en su momento Gonzalo Rodríguez Gacha. Nieto sobrevivió a dos atentados en 2006 y finalmente fue asesinado en Guatemala en 2007.
Por un par de años hubo una relativa calma. En gran parte, porque en 2008 Pedro Orejas terminó tras las rejas por el homicidio de un escolta de un excuñado y socio en Pauna, a quien a plena luz del día le propinó 12 tiros. A los pocos meses, una fiscal lo dejó en libertad en una polémica decisión. Más tarde, la funcionaria fue arrestada al comprobarse que recibió 150 millones de pesos de Orejas por ayudarle a archivar otro proceso, por desaparición forzada.
Mientras Rincón estuvo preso, Carranza y sus socios, dueños de la mina Cunas, hicieron un pacto con el clan de Rincón y sus hermanos, dueños de la mina La Pita, para explotar en conjunto una veta que se encuentra entre las dos minas conocida como Consorcio. La paz no duró mucho. Rincón fue acusado de tratar de sacar provecho al explotar más allá de los límites establecidos. Carranza y sus socios optaron entonces por cerrar e impedir la exploración allí. La decisión del zar tuvo consecuencias que no se hicieron esperar.
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